Imagen: blog "Intercambio Gráfico"
Hay incidentes aparentemente insignificantes que ocurren en las vidas de las personas y que pueden tener efectos duraderos e insospechados, aún cuando haya pasado largo tiempo y las cosas se hayan puesto en orden.
La mayoría de las mañas de una persona y las características que definen su personalidad tienen origen en esos hechos, que aunque lejanos y aparentemente insignificantes, siguen teniendo su impacto. Lo que para alguna gente pudiera parecer ridículo y absurdo constituye una situaciònb real y seria para otros.
Por poner un ejemplo sencillo, hay gente que le teme a montarse en un ascensor, y por ende prefieren tomar las escaleras, aunque sean 10 pisos. Hay quienes respetan esa decisión, pero otros no resisten la tentación de bromear al respecto, ignorando quizás que ese temor es más profundo de lo que pudiera parecer. En pocas palabras, juzgan sin saber lo que hay detrás. Quizás esa persona que no quiere tomar el ascensor no sabe a qué se debe su temor, o quizás sí, pero una cosa es segura: lo que a otro le parece un disparate le resulta algo muy real, capaz de paralizarle en momentos específicos como ese.
La naturaleza humana es algo muy complejo, y por ese motivo es que no se deben emitir juicios a la ligera.
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