Foto: 123rf.com
Todo en la vida es una paradoja. Cuando se está en situación de hacer favores, aparecen pocos ingratos, tal como dijera en alguna ocasión el escritor francés François de La Rochefoucauld. Y es que a menudo quien recibe favores suele olvidarse de los mismos según convenga a sus intereses.
En el colegio es común el caso del estudiante marginado, aquel con el que nadie quiere hacer liga por la razón que sea, pero que es altamente requerido cuando se acerca la época de exámenes porque resulta que es sumanente inteligente y aplicado en sus estudios. Lo mismo pasa en los trabajos: hay gente que no forma parte del grupo que está "en la papa", pero que es requerida cuando las condiciones lo ameritan porque tiene más capacidad, conocimiento y hasta seriedad.
En ambos casos se da una grotesca manipulación a estas personas, víctimas de una sociedad hipócrita que dicta tendencias y modas superflúas a la vez que hace caso omiso a valores tradicionales, como honradez, humildad e integridad. A menudo estas personas son las que cargan pesado cuando se hacen trabajos en equipo, pues, en atención a la capacidad demostrada, todos los miembros del equipo descansan sobre ellas.
¿Y qué ganan estas personas capaces a cambio? NADA, ni siquiera las gracias, mucho menos el mérito correspondiente. A esto es que se le llama trabajar de gratis.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.