Por sus playas, historia, ubicación y clima, la República Dominicana reúne todas las condiciones para ser uno de los mejores destinos turísticos del mundo. Si bien se dan los pasos en esa dirección, pasándose incluso del modelo "todo incluido" a facilidades de clase mundial, todavía nos queda mucho por aprender y hacer.
Tomemos el ejemplo del Gran Santo Domingo, como se le conoce a la zona metropolitana. Hay muchos contrastes si damos un paseo a pie o en taxi. En grandes avenidas, como la 27 de Febrero, la Churchill o la Abraham Lincoln, contrastan modernos edificios y jardinería razonablemente cuidada con bombilllas quemadas, niños pidiendo y vendedores ambulantes. En la 27 de Febrero destaca, aunque no positivamente, el Bulevar, que luce bastante descuidado.
Vayamos ahora al malecón, supuestamente el punto más atractivo de la ciudad. Cierto, la vista del mar es impresionante, lo mismo que las grandes palmeras que bordean la avenida George Washington. Sin embargo, el malecón luce descuidado, feo, deslucido. Junto a los grandes hoteles hay locales de mala muerte y vendedores ambulantes de chimichurri y frituras. Hay también mucha basura a la vista, y, en las noches, una oscuridad terrible.
Cercano al malecón está Gazcue, una zona nostálgica que ha ido perdiendo su brillo con el paso del tiempo. De vez en cuando veo pasar coches por esta zona de la ciudad, y me pregunto, ¿qué pensarán los turistas al ver aceras destruidas, grandes casonas abandonadas, basura en cada esquina y el tremendo arrabal que bordea al Palacio Nacional? Lo he dicho antes por esta misma vía: Gazcue es digno de mejor suerte.
Por último, tenemos la Zona Colonial, que también es merecedora de mejor suerte. Si se comparara nuestra Zona Colonial con las de Panamá y Puerto Rico, pasamos tremenda vergüenza. Aquí, por flojera en la aplicación de las leyes, se ve de todo: sitios sin el mínimo de condiciones, limosneros que asedian a turistas y nacionales, basura, oscuridad.
A esta falta de civismo debemos añadir la inseguridad que persiste en las calles de la ciudad y el abuso que cometen choferes de concho, vendedores ambulantes y parqueadores. Esos personajes se aprovechan cuando ven a alguien con cara de extranjero y triplican sus precios, dejando una amarga experiencia a quienes caen en su gancho.
Si realmente queremos turismo, las autoridades van a tener que ponerse duras y aplicar sanciones sin distinción. Está bueno ya de pasar vergüenza.
En las imágenes: entorno del Palacio Nacional
Sobre los vendedores de chimi y fritura del Malecon: son parte de su imagen. Lo correcto es integrarlos con regulación, asi serian parte de nuestra identidad, no un problema.
ResponderEliminarSi, cierto. Pero integrarlos con un poco más de clase y orden. Por ejemplo, en el malecón de Puerto Plata pusieron unas casetas de lo más bonitas para ese tipo de cosas
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