Imagen: fanpop.com
"Lo dejo para mañana". Todo el mundo hace esto de vez en cuando, y de seguro de ahí vino esa frase tan famosa que aconseja no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Sin embargo, pocos parecen aplicar esta filosofía en sus vidas personales y profesionales.
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Un ejemplo común: lentitud en la toma de decisiones en la oficina, sobre todo cuando para esa toma de decisión se requiere de la participación activa y directa de un superior que raras veces saca el tiempo para este tipo de tareas. Estos superiores muchas veces están absortos en su propio mundo de reuniones de alto nivel y eventos exclusivos, de tal manera que ven las labores del día a día de la oficina como una cosa mundana y sin importancia. Craso error.
.Los detalles son los que hacen la diferencia en todas partes, y en esos detalles es que hay que tomar decisiones que a veces parecen sencillas pero que en realidad no lo son. Es poco lo que se puede hacer cuando se depende de un jefe que día tras día le dice a su subalterno "lo dejamos para mañana". En ocasiones, de tanto recordarle la misma cosa una y otra vez, le cogen mala voluntad al pobre empleado.
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Lo de la oficina es solo un ejemplo. En el colegio, la universidad y en cualquier sitio donde se impongan fechas límites para tal o cual proyecto se tiene la mala costumbre de siempre dejar eso "para mañana", tan solo para estarse matando horas antes de la presentación y/o entrega.
Esto no es más que procrastinación, y al parecer esta es una condición intrínsecamente humana que tiene arreglo únicamente cuando hay motivaciones fuertes. De lo contrario, todo se quedará para mañana.
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