Por momentos da la impresión de que la gente se ha olvidado de su condición humana y decide entonces sacar el animal que lleva dentro como una forma de protegerse del mundo externo. Es lo que sucede cuando una persona trata a otra con menosprecio, como si fuera su sirviente.
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Veamos el siguiente caso: una persona confronta problemas para llenar el trámite para solicitar una visa. Ante la dificultad decide llamar al número de teléfono provisto para los fines, donde le contesta un señor extranjero de voz poco amigable. Tras varios minutos de conversación infructuosa, el señor de la línea de ayuda se expresa de forma autoritaria: "Yo no tengo tiempo para usted... en seis segundos finalizamos esto". ¿Por qué tratar como un delincuente a una persona que pide visa? Después de todo, el proceso tiende a ser largo y confuso, sobre todo para quienes tienen que llenar el formulario en un idioma distinto al suyo.
Veamos el siguiente caso: una persona confronta problemas para llenar el trámite para solicitar una visa. Ante la dificultad decide llamar al número de teléfono provisto para los fines, donde le contesta un señor extranjero de voz poco amigable. Tras varios minutos de conversación infructuosa, el señor de la línea de ayuda se expresa de forma autoritaria: "Yo no tengo tiempo para usted... en seis segundos finalizamos esto". ¿Por qué tratar como un delincuente a una persona que pide visa? Después de todo, el proceso tiende a ser largo y confuso, sobre todo para quienes tienen que llenar el formulario en un idioma distinto al suyo.
En las oficinas, el colegio, la universidad y en cualquier otro ambiente donde haya que hacer trabajos en conjunto, siempre aparece uno que se arrima, ese que pretende que los demás hagan el trabajo mientras él (o ella) está relax. Son especialistas en dejar las cosas para después y en desaparecer en los momentos de mayor tensión. La cosa es aún peor cuando estos arrimados complemetan este "arte"con la lisonja, pues ahí no solo se salen con la suya, sino que reciben beneficios colaterales.
¿Y qué hay de esa gente que es experta en dar ideas fabulosas pero que son incapaces de decir exactamente cómo ejecutarlas? Esos son un peligro ambulante, pues después de que aportan su genial idea juran que su trabajo ya está hecho: a otro que se faje a buscarle solución, aún cuando la misma requiera de la participación de par de expertos en astrofísica. ¿Lo peor? Que cuando las cosas no salen como ellos desearían, entonces exigen, y de muy mala gana.
Si que hay mañas entre la gente, ¿no?
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