Foto: Yoani Sánchez (cubaencuentro.com)
En los últimos días me ha llamado la atención la cantidad de historias locales e internacionales relacionadas al tema de la censura, que muchas veces viene acompañada de represión e intimidación.
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A nivel local tenemos el caso de las periodistas amenazadas por Alejandro Williams, el senador por San Pedro de Macorís que ha ido de escándalo en escándalo, siendo el último de ellos su admisión de que mandó a investigar a 3 periodistas -todas mujeres- que le daban seguimiento al caso del Medicaid.
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A nivel internacional, ya vimos el caso del sismólogo italiano Gioacchino Giuliani, reprendido por el alcalde L'Aquila por haber advertido de un terremoto grande en esa zona un mes antes de lo ocurrido de este lunes. Para los que llevan anotaciones, ya van más de 150 muertos por el terremoto.
Este afán desmedido de mandar a callar gente cuyo único delito es decir la verdad ha llegado hasta medios tan informales como los blogs, que cada día parecen cobrar más fuerza e importancia. Aquí en la RD se ha visto al menos un caso de censura en blogs, pero nada comparable a lo que ocurre en Myanmar (Birmania) o Egipto, donde sendos blogueros ha sido condenados a prisión. China, India y otros países de tradición represiva también son propensos a este tipo de censura.
El último caso internacional en tocar a la comunidad de blogs es el de la cubana Yoani Sánchez, autora de "Generación Y", bitácora que le hizo merecedora del premio Ortega y Gasset al periodismo. Yoani, considerada por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en 2008, fue acusada por el régimen cubano de ser una disidente profesional. ¿Su delito? Reclamar por la libertad de expresión durante la X Bienal de La Habana, vigente hasta el 30 de este mes.
Por supuesto, no es la primera vez que Yoani es censurada: ya había ocurrido en marzo del año pasado, justo el día en que el gobierno cubano aprobó la venta de computadoras en ese país.
¿Hacia dónde marcha un mundo donde la gente no puede expresar libremente sus opiniones sin temor a que le censuren, amenacen o intimiden? Tanto que se pregona el respeto a las opiniones disidentes, pero eso es solo en papel, en la práctica la realidad es otra.
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