Ya es oficial: el derecho al aborto queda fuera de la Constitución dominicana, y con ello la Iglesia se impone una vez más sobre un tema que desde siempre ha sido polémico.
Antes de que se quiera acusar de asesinos en potencia a quienes defienden el aborto, debe tomarse en cuenta que esta es una práctica legal en muchos otros países, sobre todo en casos donde la vida de la madre, de la critatura o de ambos está en peligro.
Antes de que se quiera acusar de asesinos en potencia a quienes defienden el aborto, debe tomarse en cuenta que esta es una práctica legal en muchos otros países, sobre todo en casos donde la vida de la madre, de la critatura o de ambos está en peligro.
Quizás la polémica del aborto se deriva del hecho de que el mismo es visto como una salida fácil para jóvenes irresponsables que no desean ser padres pero que practicaron sexo antes de tiempo, de la manera indebida, con las consecuencias de lugar. Pero esto es solo una parte de la realidad respecto al aborto.
¿Qué hay de aquellas mujeres que salen embarazadas fruto de una violación? ¿Qué hay de aquellos casos donde la criatura corre el riesgo de nacer con graves deformaciones? ¿Y esos embarazos complicados, donde la madre corre un altísimo riesgo de morir?
Lamentablemente la Iglesia no toma en cuenta esos casos ni toma en cuenta el hecho de que antes de las 20 semanas no hay vida per se. De la misma forma en que la Iglesia se opone al uso de preservativos y a la planificación familiar se opone al aborto terapéutico, aquel que se practica con la finalidad de salvar una vida.
La intolerancia y la polémica de este tema han impedido actuar conforme a la lógica en casos como el de una niña de 12 años en Argentina, que hizo noticia el año pasado cuando un juez le negó el derecho a abortar. Tómese en cuenta que la niña quedó embarazada tras haber sido violada por su padrastro. ¿Es esto justicia?
Ya los legisladores dominicanos han decidido respecto al aborto, y no nos queda de otra que respetar la decisión y acatarnos a la misma. Tan solo se espera que Educación, Salud Pública y otras autoridades relacionadas redoblen sus esfuerzos para educar y dar soporte a una población que es cada vez más numerosa, joven, pobre e ignorante.
Esto en realidad demuestra el problema de la sociedad Dominicana. La ignorancia.
ResponderEliminarLa Iglesia no debe en ningun momento interferir con la politica. Pues la ley no ha sido hecha para ser disfrutada solo por un grupo de personas sino para todos, pues, donde quedamos los que no creen en la palabra de la Iglesia Católica?