Calles oscuras, hoyos peligrosos en medio de calles y aceras y la misteriosa desaparición de letras y placas que identifican bustos son las consecuencias del robo de metales y cobre que desde hace muchos meses azota a la ciudad.
Se dice que es China el principal comprador de los cables y metales hurtados en detrimento de la población. Viendo el explosivo crecimiento que experimenta esa nación asiática y la mala imagen que le acompaña en ciertos aspectos, no dudo que así sea realmente. Además, hubo un caso en que se apresó a un nacional chino en Villas Agrícolas por este motivo, pero, inexplicablemente, salió en libertad.
Los boquetes que quedan en calles, avenidas y aceras a causa del robo de tapas de alcantarillas y otros son sumamente peligrosos para transeúntes y conductores por igual. Lo peor de todo es que si alguien cae por ahí, nadie va a responder por los daños. Igualmente es un peligro la oscuridad que impera de noche, sobre todo en lugares tan poco seguros como el puente Juan Bosch y la autopista Las Américas, específicamente por los lados de la denominada Ruta 66.
¿Qué pensará el turista que viene de noche al país y se ve precisado a tomar esa ruta para llegar hasta el Distrito Nacional? Aquí dizque vivimos del turismo, pero a veces me pregunto si hay realmente las condiciones para pasar de ese turismo de hoteles paradisíacos todo incluido a otro donde los ingresos por este concepto fluirán más como fruto de ofertas hoteleras no inclusivas y que por ende impulsarán al turista a caminar por las calles de la ciudad.
Fuera del turismo, el ciudadano común se ve expuesto a un peligro innecesario por la falta de alumbrado y de tapas de alcantarillas. Desde aquí: mano dura contra esos delincuentes, cuya última hazaña en ese aspecto sucedió ayer en una zona franca de Santiago, a donde penetraron para robarse los zippers de pantalones. ¡El colmo!
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