Todo parece indicar que nadie, ni la parte acusadora, ni los acusados, ni la sociedad civil, ha quedado conforme con la sentencia dictada el domingo en el caso Baninter. Por un lado está el hecho, calificado de ilógico por abogados del Banco Central, de que mientras Báez Figueroa fue descargado de la acusación de lavado de activos, Alvarez Renta fue condenado por ese motivo.
El caso Baninter guarda cierta similitud con los escándalos de Enron, Tyco y WorldCom, los que sacudieron a Estados Unidos y al mundo en 2002. La similitud viene porque los principales ejecutivos de estas compañías, sobre todo el presidente de Tyco, se daban la gran vida a expensas de la compañía.
Compraban artículos ridículamente caros, se hacían préstamos a lo loco entre ellos mismos, cogían de un lado para tapar el hoyo que se había formado en otro, llevaban contabilidades paralelas y un largo etcétera. Tal como ocurrió con Enron, Baninter pasó de ser una compañía poderosa y admirada a sinónimo de decepción y engaño. Las similitudes siguen ahora que el presidente de Baninter y otros fueron condenados a prisión, tal como ocurrió con los ejecutivos de esas compañías que vieron su mundo desmoronarse en 2002.
En todas partes pasa lo mismo: los grandes ejecutivos de empresas se descuidan, se aprovechan de ciertas facilidades y luego vienen los problemas, solo que aquí se dificulta un poco aplicar justicia a figuras de esta categoría. Ahora que se ha emitido condena contra los principales ejecutivos de Baninter hay que esperar la apelación de ambas partes.
El caso Baninter guarda cierta similitud con los escándalos de Enron, Tyco y WorldCom, los que sacudieron a Estados Unidos y al mundo en 2002. La similitud viene porque los principales ejecutivos de estas compañías, sobre todo el presidente de Tyco, se daban la gran vida a expensas de la compañía.
Compraban artículos ridículamente caros, se hacían préstamos a lo loco entre ellos mismos, cogían de un lado para tapar el hoyo que se había formado en otro, llevaban contabilidades paralelas y un largo etcétera. Tal como ocurrió con Enron, Baninter pasó de ser una compañía poderosa y admirada a sinónimo de decepción y engaño. Las similitudes siguen ahora que el presidente de Baninter y otros fueron condenados a prisión, tal como ocurrió con los ejecutivos de esas compañías que vieron su mundo desmoronarse en 2002.
En todas partes pasa lo mismo: los grandes ejecutivos de empresas se descuidan, se aprovechan de ciertas facilidades y luego vienen los problemas, solo que aquí se dificulta un poco aplicar justicia a figuras de esta categoría. Ahora que se ha emitido condena contra los principales ejecutivos de Baninter hay que esperar la apelación de ambas partes.
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