Qué bueno es ganar un buen sueldo, ¿no? Nada más piensa en todo lo que puedes hacer con ese dinero extra que resulta de cambiarte a un trabajo donde te pagan mejor: puedes comprar ropa nueva, darte un gusto yendo a lugares caros, saldar deudas o simplemente ahorrar con miras al futuro.
Sí. Un buen sueldo es sin duda una de las principales metas de la gente, pero este ni llega solo ni se mantiene por arte de magia. Cuando una empresa decide contratar a una persona es porque se espera que ejecute sus funciones de manera eficiente y oportuna. Cuando esa misma empresa decide aumentar, u otra se interesa en esa persona y en consecuencia le hace una mejor oferta en base a su curriculum y reputación, se espera que el empleado aumente o al menos mantenga su nivel de calidad en el trabajo.
Estas son cosas obvias, que, como dicen, se caen de la mata. Sin embargo, por aquello de que el sentido común es en realidad bastante escaso, hay gente que no parece tener idea de que las cosas funcionan de esta manera.
Si trabajabas en un sitio y te fuiste a otro donde te pagan el doble, basándose la decisión de tus nuevos jefes en tu supuesto buen curriculum, al menos ten la decencia de justificarlo. No llegues a ese trabajo nuevo creyéndote el matatán, pasándole por encima a tus superiores y obviando las políticas del lugar. Te conviene comportarte profesionalmente en esos primeros días, sobre todo porque es posible que estés en prueba. Un error, y puede ser que todo se vaya a pique.
Hay gente que, lamentablemente, no entiende que ser empleado es un compromiso. Sucede sobre todo con gente que entra de manera irregular a los sitios, sin pasar por los procedimientos de lugar. Creen que merecen un trato especial y lo que hacen es que terminan poniendo a todos en su contra. Son personas que llegan tarde, se ausentan sin justificar, salen por horas estando en horario laboral y hasta se dan el lujo de faltar por varios días corridos.
Sea por ignorancia o por indiferencia hacia los superiores y reglas, estas personas son las que tienen el fracaso asegurado en sus manos, muchas veces sorprendiéndose de que le hayan señalado la salida tras par de semanas.
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