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Por razones muy diversas, la actual generación de humanos está conformada por gente vaga, malacostumbrada a que sea otro el que haga las cosas.
Lo primero es que se trata de gente que no lee, que no se documenta. No abren sus mentes a nuevas experiencias o conocimientos valiosos, sino que se quedan estancados en la jerga diaria de su barrio y sus congéneres, oyendo el último dembow o música urbana sin darle mente a lo que dice eso o a cómo mejorar/cambiar su realidad.
Son personas que cuando consiguen su primer trabajo se sienten abrumadas al ver que el trabajo como tal no consiste en estar sentados 8 horas al día haciendo nada, sino que realmente se espera que ejecuten órdenes. Como no están acostumbrados a ello y les parece una idea de lo más absurda, hacen el mínimo requerido, y, para colmo, lo hacen mal, sin la menor delicadeza y sin prestar debida atención.
Estas son personas que no asumen responsabilidad por sus actos, que no toman iniciativa, que se conforman con lo que sea. Cualquier cosa les parece demasiado "difícil", y si pueden conseguir que otro se las haga, pues mucho mejor. De cualquier cosa se agarran para justificar sus múltiples errores y no entienden la importancia de ser considerados con los demás. Son personas que desconocen los modales, que no conocen la puntualidad ni lo que significa ser responsable.
Si bien es cierto que este comportamiento lo vemos entre los jóvenes y no tan jóvenes en República Dominicana, la realidad es que se trata de un fenómeno global. En España, Estados Unidos y China se quejan de la misma cosa: que esta generación de ahora no sabe lo que es valerse por sí misma, que no asumen responsabilidad, y que en general dejan que sea otro que resuelva.
Es muy bueno que otro resuelva, de eso no hay duda. Pero entonces, si todos nos convertimos en vagos, ¿qué va pasar? Conseguir buenos empleados se hace cada vez más difícil, lo mismo que conseguir servicios adecuados de esos que se hacen a domicilio, como pintar o reparar un baño. Es increíble lo chapucera que es la gente, lo cual a veces es un reflejo de ineptitud y otras más una estrategia para sacarle más cuartos a la víctima.
Hablar con gente mayor de 50 años da la idea generalizada de que antes las cosas eran mejores. Los artefactos eran de más calidad, las cosas duraban más y la gente en general era más amable y responsable. Claro está, la gente sinvergüenza ha existido siempre, y, por tanto, sus excepciones las había. Pero, realmente, todo parece indicar que las cosas se han salido de control.
Ahora nadie quiere tener trabajo. Nadie quiere pensar. Pero, entonces, todo el mundo quiere estar cómodo y tener dinero, lo cual explica en parte por qué todo el mundo quiere sacarle provecho al otro y por qué es más fácil culpar al otro que asumir la propia culpa.
¿Qué el mundo está llegando a su fin? Es muy probable. En la medida es que la población mundial crece sin orden ni control, en la medida en que seguimos consumiendo recursos vorazmente y en la medida en que la humanidad decide no usar su inteligencia para el bien colectivo, este fin tan solo se acerca más y más.
Es muy probable que no haya ninguna explosión apocalíptica que señale en fin como tal, pero, definitivamente, con la situación creada al día de hoy es más que suficiente. La raza humana está en un momento decepcionante, aunque pocos quieran verlo así.
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