A la República Dominicana le llaman "el país de las maravillas", y cierto es que se trata de un lugar maravilloso, con recursos naturales abundantes, vistas preciosas, una mezcla de razas donde aparece de todo, excelentes playas, calidez humana y un largo etcétera. Quizás por nuestra ubicación geográfica, podría decirse incluso que somos una isla comparona, donde presumimos de estar a la vanguardia en todo: tecnología, moda, cine, música y todo lo que venga.
Donde definitivamente no estamos alante ni mucho menos a la vanguardia es en orden. En parte el mote de "país de las maravillas" obedece al hecho de que cualquier cosa es posible. Viendo la prensa en los últimos días ha habido cierto ruido en torno a un par de temas que tienen que ver con aplicación de leyes y mantenimiento del orden.
El primer tema tiene que ver con unos buhoneros que se rehusaron a dejar los espacios que de manera ilegal habían ocupado en varios puntos del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo. En efecto, estos buhoneros pasaron por encima de la cabeza del alcalde y demás autoridades cuando volvieron a ocupar los espacios de los que habían sido desalojados, lo que incluye puentes peatonales, áreas verdes, aceras y calles enteras.
Podrá alegarse que esos buhoneros son padres de familia (la excusa más socorrida) y que es injusto que se les niegue el derecho a ganarse la vida, pero no es menos cierto que el primer afectado por ese desorden es el ciudadano común, que se ve impedido de transitar libremente por aceras, calles, puentes y demás, además de exponerse a enfermedades diversas en el caso de compra de alimentos y comidas cocinadas. Pero bien, aquí, a la clara, gusta el desorden.
El segundo caso es un tanto más delicado y genera pasiones aún más encendidas. Me refiero al reglamento aquel que buscaba regular y controlar la migración haitiana, un tema que a decir verdad se ha salido por completo de las manos, con consecuencias directas para los dominicanos y la economía del país. Entre otras cosas se exigía la presentación de documentos como forma de permitir que niños extranjeros reciban clases en las escuelas públicas, y este fue un punto tan acaloradamente debatido y rebatido por los defensores de los derechos humanos que al final las autoridades, como siempre, se echaron para atrás.
No estoy en contra de que los extranjeros, sean haitianos o de otra nacionalidad, se eduquen. Sin embargo, ¿por qué no regular eso? Todos sabemos que ese reglamento se refiere a haitianos, sobre todo aquellos haitianos que llegan de manera irregular al país y que se benefician de los servicios de salud, educación y demás que ofrece la RD, aún sean estos deficientes. El resultado de este relajo lo conocemos ya, por tanto no hay necesidad de abundar en el tema.
Por último, la Zona Colonial. No entraré en el debate de si los bares son ruidosos o no ni de si la mejor solución es clausurarlos, pues realmente no soy muy dada a visitar esa zona de la ciudad y por tanto desconozco la situación. Sin embargo, es una realidad irrefutable que la Zona actualmente está vuelta ruinas, no porque contenga un conjunto importante de edificaciones coloniales, sino porque está sucia, fea, descuidada y, según dicen, peligrosa para el visitante, sobre todo de noche.
Una amiga que vive en Canadá y que estuvo de visita estuvo comentándome la mala impresión que le causó ver el estado de la Zona Colonial, donde la basura y el descuido están a la oden del día, junto con una maraña de alambres que parece aumentar cada día, postes de luz apagados de noche y aguas posadas que no parecen irse a ninguna parte. De todo lo que vio lo que más pena le causó fue la calle El Conde, que ha perdido su brillo y hoy no es ni sombra de lo que era.
¿Por qué está así la Zona Colonial? Simple: porque no hay mantenimiento ni se aplican las normas. Creen que "rescatándola" cada cierto tiempo es suficiente, pero no es así. Si no hay mantenimiento y a cada rato hay una reyerta entre residentes, dueños de bares y demás, es precisamente porque no hay firmeza en la aplicación de las leyes y regulaciones. Es tan simple que se cae de la mata.
Cuantas verdades, me fascina como escribes, soy fiel seguidor tuyo!
ResponderEliminarSaludos!
Gracias, José. También leo tu blog con cierta frecuencia y es muy interesante. Saludos!
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