El 16 de agosto vino y se fue como un día cualquiera. Si no hubiera sido porque las instituciones gubernamentales sacaron sus banderas y se hicieron algunos actos conmemorativos en Santiago y la capital, jamás se hubiera pensado que el jueves se celebraban 144 años de la restauración de nuestra independencia.
Y es que el dominicano está más pendiente a otras cosas. Por ejemplo, de seguro que una buena parte estaba en preparativos de fin de semana largo, con todo y que el huracán Dean está peligrosamente cerca del país. Pero el asunto va más allá: hay una total falta de aprecio hacia los valores patrióticos. Mientras que en México y Estados Unidos el patriotismo brota hasta por los poros, aquí tomamos una actitud pasiva, y a veces hasta negativa. En vez de resaltar las cosas buenas que tenemos, nos gusta resaltar lo malo. En vez de ayudar con el progreso del país, nos quejamos y nos quedamos de brazos cruzados.
Con una mentalidad como esa, donde se rechaza lo nacional a favor de lo extranjero, no es de extrañar que estemos como estamos. Aquí prefieren celebrar Halloween antes que el Carnaval. Con el tiempo la Cena de Acción de Gracias ha ganado un sitial casi tan importante como la cena del 24 de diciembre. El problema es que a estas tierras no llegaron los peregrinos de Plymouth en 1620, ni se hizo una cena conjunta con los indios al año siguiente. Entonces, ¿qué es lo que celebramos?
De momento se celebrará aquí el 4 de Julio en detrimento del 27 de Febrero, a juzgar por la actitud de supuestos dominicanos que desearían con toda su alma ser de otra nacionalidad. Así como nos encanta copiar lo malo de los otros países, copiemos lo bueno. Si algo bueno tiene EE.UU es que sus ciudadanos sienten amor y respeto hacia su país (aunque no sea la misma historia con sus autoridades), y lo demuestran en cada oportunidad que se les presenta.
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