Cuando inició la mal llamada revolución de los blogs 10 años atrás la promesa era democratización del contenido tanto por el lado de creación como de alcance.
Pasado ese tiempo, y cuando ya no se habla de blogósfera ni cosa parecida, tenemos el resultado de esa famosa democratización: estamos inundados de miles y miles de páginas malas, sin contenido real, que de ñapa facturan más que aquellos sitios serios y organizados que se fajan a hacer un contenido de calidad que nadie aprecia.
Tristemente, por aquello del efecto rebaño, esas páginas buenas, con contenido original y de calidad, son ordeñadas en medios como el nuestro por versiones baratas de páginas wannabe que, mediante uso de artimañas muy certeras, logran posicionarse en la preferencia de un público que no es capaz de discernir entre lo que sirve y lo que no sirve.
El fenómeno descrito más arriba ha hecho bastante daño. No es solo que estamos inundados de desinformación y contenidos duplicados y hasta deformados, sino que gente sin ninguna sustancia ha alcanzado estatus de "estrellas" en el medio digital y no digital, impulsados precisamente por la mal llamada revolución de los blogs.
Ahora mismo tenemos una sarta de guruses y expertos que no saben nada de nada, pero que ante los ojos de millones de personas son las estrellas del medio: los que más saben, los que mejores consejos dan y un ejemplo a seguir. Lo que muchos no saben es que todo es un engaño impulsado por la facilidad que representan Google y el arte el copy-paste.
Este triste fenómeno, en el cual los buenos contenidos originales quedan ocultos bajo una avalancha de versiones me-too y wannabe, se da a todos los niveles: moda, tecnología, cocina. No importa que el medio sea Facebook, Instagram o alguna plataforma de blogs. El copy-paste está a la orden del día.
El hecho de que Google exija una cantidad X de contenido para dignarse en activar anuncios a través de AdSense no ayuda. Al contrario, explica en gran parte por qué estamos inundados de tanto contenido duplicado, copiado sin siquiera dar los créditos de lugar.
No es fácil destacar en un medio donde gente más astuta pero con menos talento tiene mayor posibilidad de éxito en base al engaño. Google, Facebook, Wordpress y demás grandes compañías de medios y plataformas digitales ayudan a perpetuar ese fenómeno para complacer con métricas de vanidad que al final no aportan nada, La revolución aquella es un tremendo engaño, y a diario pagamos las consecuencias.
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