República Dominicana es en estos momentos sinónimo de racismo y xenofobia, un lugar donde se irrespeta la dignidad de la gente y donde se cometen abusos de lesa humanidad. Esa, lamentablemente, es la imagen que tenemos actualmente, y la debemos a una situación que lleva décadas en desarrollo: la inmigración haitiana.
Pese a lo complejo del tema, que tiene aristas económicas, históricas, políticas y hasta estructurales, la gente en todo el mundo se ha dado a la tarea de simplificarlo y tratarlo como un mero caso más de racismo, con todas las condenas y juicios superfluos que ello conlleva.
Es muy fácil opinar desde una pantalla, a kilómetros de donde está la situación, sin tener conocimientos reales y tan sólo llevándose de información servida por terceros que es quizás tan ignorante de la realidad como el pensamiento de toda esa gente que gratuitamente acaba con un país que ni conocen ni les ha hecho nada. ¿Por qué lo hacen? Porque estas cosas son virales y la gente disfruta tirándole piedras al otro, aunque no tengan la razón.
De República Dominicana se han dicho atrocidades en los últimos días: se ha hablado de una "limpieza social", se ha comparado el proceso con un holocausto, se nos acusa de dejar "sin patria" a un reguero de gente y hasta se nos ha boicoteado el turismo, nuestra principal actividad económica. Cuando lo hace un ciudadano corriente de manera individual, el daño es limitado, pero cuando lo hace una figura como Bill de Blasio, el cuestionado y cuestionable alcalde de Nueva York , la cosa cambia.
Este de la izquierda es Bill de Blasio, cuyo nombre real es Warren Wilhelm, Jr. |
¿Cómo es posible que una figura pública y de cierto peso llame a boicotear el turismo de un país, sin saber la situación imperante y sin tomar en cuenta las posibles consecuencias de esa acción? Habrá par de dominicanos que leerán estas líneas y le darán la razón al señor de Blasio porque este es un tema que levanta las más absurdas y profundas pasiones, muchas de ellas exageradas.
A los que piensen así y me quieran criticar por este escrito, solo les diré lo que hace tiempo he planteado: más que una cuestión de racismo, la situación haitiana es de corte económico: no puede este país absorber al otro. ¿Que por décadas se dejó crecer el problema? ¿Que empresarios y políticos inescrupulosos se beneficiaron? ¿Que las autoridades haitianas nunca han ayudado? Todo eso es verdad, pero de nada sirve atacar a la RD por eso. Hay una situación que debe resolverse. El actual gobierno ha sido mas que responsable y respetuoso en ese sentido.
Ya que se insiste con el tema del racismo, dejo una pregunta por aquí: ¿qué país no lo es? Es gracioso ver a estadounidenses acusando a los dominicanos de racistas cuando en su propio país los crímenes raciales van en aumento. Es cómico que países que deportan salvajemente acusen a RD de trato inhumano, una acusación muy injusta. Citando la célebre frase aquella: aquel que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
Mientras tanto, el mundo sigue dando vueltas, la gente sigue matándose en Medio Oriente y en Europa buscan la forma de reducir la inmigración. Solo República Dominicana, vapuleada a más no poder, parece carecer de ese derecho soberano. Muy bueno que es así.
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