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Dominicanos con problemas de identidad

¿Qué es ser dominicano? La pregunta es muy amplia, pero habrá quienes lo resuman en un amor por el merengue y la "bandera dominicana": arroz, habichuela y carne. ¿Es esta una visión válida? Para nada. Ser dominicano es mucho más que eso, pero definirlo se hace sumamente difícil porque debemos ser una de las poblaciones más complejas del planeta. 

¿Qué cosas asociamos con los dominicanos? Aparte del merengue, el mangú y la famosa bandera aquella, estamos identificados con una enseña tricolor, tres padres de la patria y figuras históricas que han trascendido las fronteras, como Trujillo, aunque a algunos no les guste verlo así.



Peloteros, excelentes playas, rones, arquitectura colonial (que debería estar en mejor estado) y una desidia para enfrentar problemas (suena feo, pero es la realidad), son otras cosas que de alguna forma u otra nos definen, lo mismo que el amor por la política y una religiosidad que contrasta con  las vagabunderías de estos tiempos modernos. 

Cada país tiene sus partes buenas y malas, y República Dominicana no es la excepción. Sin embargo, quizás por la combinación de indio/negro/europeo que se dio siglos atrás, somos muy dados a ver lo malo por encima de lo bueno. La mayoría de la gente, sin importar su estrato social, prefiere lo extranjero a lo local. Se vuelven locos, rayando en el lambonismo, con cualquiera que venga de fuera, sobre todo si es blanco y rubio. No cuidan su patrimonio, prefiriendo alabar las viejas ciudades europeas al tiempo que ensucian la zona colonial de aquí.

El dominicano es la cosa más paradójica que pisa el planeta. Es incapaz de cumplir las leyes en su país, pero en Estados Unidos y Europa las cumple a cabalidad. Maneja como loco en su tierra natal, pero una vez llega a otros países, se pone en cintura. De todo opina, sin saber la mayoría de las veces. Es también propenso a copiar y a no colaborar con sus congéneres. 

Hablar con cualquier dominicano, sobre todo si es de clase media o alta, hace pensar que el dominicano quisiera ser cualquier cosa, menos dominicano. ¿Por qué esa falta de identidad? No lo sé, pero lo cierto es que cualquiera que haya tenido acceso a TV por cable, que tenga familiares en Nueva York o que haya tenido la oportunidad de viajar hacia Estados Unidos, de una vez se cree gringo. 

Peores son los dominicanos que, teniendo recursos, hacen sus estudios fuera del país y regresan. Automáticamente se creen dioses (una parte al menos, no todos son iguales), con la potestad de pisotear a otros que no han tenido esas oportunidades, no dándose cuenta de que muchas de sus ideas no aplican a la realidad actual, al menos no sin aplatanarlas primero. Son personas que prefieren comunicarse en inglés antes que en español y que sufren de meter sus palabritas gringas en cualquier conversación en español, generalmente con la idea de impresionar a su anfitrión. ¿Tiene efecto esto? Depende. Hay gente que se deslumbra con cualquier cosa, otros se irritan con el fenómeno. 

El sueño de la mayoría de los dominicanos, inclusive los pudientes, que no viven mal y tienen recursos, es irse de este país. Eso está MAL y es parte de esa falta de identidad que se refleja además en la preferencia de celebraciones foráneas por encima de las tradiciones dominicanas y en el poco caso que se suele poner a símbolos patrios y el himno nacional. La paradoja mayor es que después que se van añoran tanto su tierra que tratan de emular sus elementos donde están. Triste y penoso a la vez. 

Si queremos que las cosas cambien, debemos empezar por aquí, corrigiendo esta identidad distorsionada. 

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