La mayoría de esas etiquetas, ya se trate de "tímido", "estúpido", "tonto", "loco" o "comparona" tienen su origen y su explicación en situaciones de la infancia y de la interacción en el día a día con la gente.
Para quienes tuvieron la mala fortuna de pasar una infancia donde los relajos y el hoy famoso "bullying" fueron la norma, los dos párrafos de más arriba hacen sentido.
Es mucha la gente dañada a nivel emocional por haber sido víctima de relajos imbéciles, de hermanos mayores abusadores, de amistades mañosas y compañeros de colegio que creían que se la estaban comiendo al poner motes y poner de relajo a quienes ellos consideraban los más débiles.
¿Por qué somos así? De entrada, la mayoría de la gente se da una autoimportancia que NO TIENE. El mundo no gira alrededor de nadie, pero hay gente que se ha llegado a creer que es el centro del universo.
El egoísmo parece ser una cualidad innata del ser humano, manifestándose esta de manera más marcada en casos donde la persona es además insensible, desconsiderada y poco empática.
No es que tenemos que ser políticamente correctos y pretender que todo en la vida es bueno, agradable y positivo. Lo que se plantea aquí dista mucho de decirle a una persona que es irresponsable en su trabajo, gorda a un punto que afecta su salud o no lo suficientemente calificada para un puesto. Esas son cosas que hoy parecen insultos, pero, en realidad son necesarias.
No. A lo que nos referimos aquí es a ese afán de etiquetar gente sin siquiera tratarla e influenciar en otros nuestras creencias preconcebidas a la hora de interactuar con esa persona. ¿Cuántas veces no ha ocurrido que llega un compañerito nuevo a la escuela y los que "viejos", en vez de darle la bienvenida e integrarlo, lo que hacen es mirarlo mal y rechazarlo de plano, a no ser que les sirva en algo? ¿Cuántas veces no se ha señalado a una persona como "rara" o "anormal" solo porque no es como esperamos que sea?
La gente diferente siempre la ha tenido difícil a lo interno de la sociedad convencional, espacio que, dicho sea de paso, es la cosa más hipócrita que existe.
La gente se ha olvidado de tener consideración con el prójimo. Poca gente se detiene a pensar en cómo su comportamiento, actitud, lenguaje y proceder impacta al otro. ¿Qué ganamos humillando a una persona en público por caminar "raro", por ser muy alta o por hablar diferente? ¿Por qué hay que burlarse de gente que prefiere dedicar sus horas a cosas productivas y no a estar chismeando, escuchando música de poco valor o, peor, consumiendo sustancias y buscando problemas?
La sociedad ha perdido su rumbo hace tiempo, y, en la actualidad, las cosas se van a los extremos. Sigue ocurriendo el bullying, con relajos cada vez más extremos y pesados, pero, del otro lado, lo políticamente correcto es causa de una sensibilidad extrema que raya en lo ridículo.
Lo peor es que mientras esto ocurre, nadie realmente ataca la raíz del problema y, en vez de analizar a profundidad la realidad de la salud mental colectiva, señalan a sus víctimas como el problema. ¿Realmente pretendemos que el problema se corrija prescribiendo medicinas que muchas veces llevan al suicidio o a la depresión? El problema es más profundo y requiere de una mirada honesta en el interior de cada cual, pero eso no lo enseñan en ninguna parte.
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