Existe en la vida un tipo de persona carismática y con flow que es experta en el arte de engatusar, engañar y, en buen dominicano, joder al otro.
Son personas que saben halagar oportunamente, que se aprovechan de su buen aspecto para entrarse donde quieren, y que usan su arrogancia a su favor para darse una importancia que no tienen pero que suele impresionar a los más pequeños.
Igualmente son personas expertas en identificar posibles víctimas en base a vulnerabilidades percibidas y estudiadas, ideales para ser manipuladas y envueltas en una extensiva red de uso y abuso en donde solo uno sale ganando: el reclutador.
Este tipo de gente, narcisista, psicópata y con ínfulas de grandeza desmedida, es experta en solo coger, nunca en dar. Son muy hábiles en conseguir lo que quieren sin importar a quien dejan enganchado en el camino. A la hora de salvarse el pellejo, actúan egoístamente, sin importarle un ápice lo que ocurra con el resto de su círculo. La mentalidad es "primero yo, luego yo y más adelante, yo. Bajo este precepto, los otros que se jodan, ese es su problema.
Una vez se es víctima de este tipo de personas, artistas del engaño y el juego sucio, de nada sirve guardar rencor o tratar de contraatacar. Mejor es dejar que el karma se encargue y cada cual seguir su camino. Con el paso del tiempo, con algo de suerte, quizás nos enteremos de que la persona finalmente cayó en su propia trampa, pues resulta que suelen encontrarse uno peor que ellos eventualmente.
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