Si eres una persona masoquista y a la que le gusta hacerse preguntas sin respuesta, seguro te has preguntado qué rayos hacemos aquí.
¿Para qué estamos aquí? Ninguno de nosotros pidió nacer ni pidió las consecuencias de efectivamente haber nacido. La vida tiene muchas formas de verse: como una bendición, como un problema o como un enigma. Todo dependerá de las creencias, la actitud y hasta las circunstancias en que toque vivir.
La vida es tan simple que la hacemos compleja. Convivir es fácil, pero nos empeñamos en hacerlo difícil. Ser honesto es fácil, pero insistimos en mentir y engañar al otro, como si eso dejara algo bueno.
Estamos aquí, y no hay respuesta concreta o sencilla para explicar por qué estamos aquí. Lo ideal es buscarle el lado amable y verlo como una aventura, una oportunidad de aprender sobre la marcha. Enfocarse en lo negativo tan solo trae pesares, y enfocarse solo en lo positivo es una utopía. Debe haber equilibrio para que haya realismo.
Y ya que estamos aquí, hagamos lo posible por simplificarla y hacerla llevadera. Para eso debe respetarse a los demás, evitar engaños innecesarios y en general practicar la armonía. De nada sirve preguntarnos algo que no tiene respuesta definitiva o concreta.
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