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Cuando la insistencia se convierte en acoso

Historias de gente perseguida -hombres y mujeres- abundan. A veces empiezan inocentemente, sin indicios de peligro inminente  o elementos que pudieran escalar a ese nivel, y otras veces el comportamiento anormal se hace evidente desde el principio.


¿Cómo saber si ese amigo que se empeña en ayudar cada vez que surge un problema o en servir de paño de lágrimas en situaciones sentimentales o del día a día tiene intenciones siniestras o motivos ulteriores?

Lidiar con gente no es fácil. Convivir y relacionarse con gente no es fácil. Comportamientos que calificarían de trastorno mental abundan, muchas veces disfrazados bajo un manto de aparente normalidad. Observar a la gente, su entorno, sus mañas, sus reacciones, su lenguaje corporal y hasta la forma de hablar es importante para al menos tener idea de con qué se está lidiando, pero el problema está en que hemos perdido ese arte y la intuición es algo que solemos desechar. 

No todo el mundo es un amigo, y de igual forma no todo el mundo es un enemigo. Hay gente bien intencionada y mal intencionada, y a veces en base a mera observación prematura tendemos a confundir uno y otro carácter. El tema se hace más complejo en la medida en que intervienen factores sociales, genéticos y de formación en el desarrollo de la personalidad, actitudes y aptitudes.

Cuando hay sentimientos amorosos de por medio las relaciones entre personas se hacen aún más complejas, sobre todo cuando las partes involucradas no están en la misma onda. Se trata de una situación tan común que innumerables libros, novelas, películas y canciones se han escrito al respecto. Es también un factor clave en el tema de los odiosos e innecesarios feminicidios. Cabe aclarar que aún cuando las mujeres suelen ser las principales victimas de este fenómeno, en ocasiones ocurre al revés, y ya no se llamaría así. 

Pero bien. La mayoría de los feminicidios y tragedias "pasionales" tiene su raíz en un amor no correspondido, no completado o no  continuado. El tema es muy complejo y asume diferentes manifestaciones, desde insultos y desprecio a la victima hasta golpes, juegos psicológicos y amenazas variadas. Algo que no falta en estos casos de desamor/separación/rechazo es la persecución de la victima, la cual se hace acompañar muchas veces de halagos no bienvenidos y manipulaciones emocionales. 

Que una persona siempre “aparezca” en los sitios que se frecuentan, que siempre esté brechando las redes sociales y que en general esté averiguando lo que no tiene que averiguar DEBE mover a preocupación y alarma. Usualmente estas personas, al sentirse frustradas y rechazadas, tratarán de manipular a la víctima presentándose ellos mismos como víctimas lastimeras. Caer en el gancho puede  salir muy caro en el corto/mediano/largo plazo. Solo el acosador sabe lo que tiene en mente si su plan no resulta. 

Si se sospecha de un acosador en nuestro entorno, nada de quedarse de brazos cruzados. Buscar ayuda, hablar con las amistades, advertir la situación, acudir a las autoridades y tomar precauciones son pasos que podrían evitar una situación potencialmente más incómoda y hasta mortífera. 

No siempre quien insiste en ver o contactar a una persona constantemente se visualiza a sí mismo como un acosador. Muchas veces quienes caen en este comportamiento no están al tanto de la naturaleza poco saludable de lo que están haciendo ni tampoco se ponen en la posición del otro para comprender que, ciertamente, están molestando y -potencialmente- ahuyentando a la persona por la que profesan amor, cariño o lo que sea. 

Tratar de entender a estas personas puede ser un error costoso. Mantener algún nivel de cercanía o contacto, también. A veces no queremos pasar por rudos o desatentos, pero en casos como estos es mejor tomar esa ruta para no lamentarse luego. 

Para finalizar, un consejo a quienes pudieran estar en un círculo vicioso emocional: las relaciones no se pueden forzar. Insistir demasiado tiene el efecto contrario al deseado. A veces vale la pena detenerse, observar y analizar nuestro comportamiento, sobre todo cuando se nos ha llamado la atención en más de una ocasión. 

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