Pregunte a cualquiera, y la respuesta siempre será la misma: relacionarse con la gente, sea a nivel de amistad, familia o pareja, es difícil.
El primer problema, y la razón fundamental por la que es tan difícil relacionarse es que, efectivamente, cada cabeza es un mundo. Mis creencias, valores y forma de proceder no son iguales a las de nadie más; si acaso podrían ser ligeramente similares y compatibles con las de otros.
El segundo problema es la comunicación. Donde hay claridad a ese nivel es poco probable que haya problemas, pero... la cosa se complica por influencias externas y problemas internos propios de la persona.
A la mayoría de la gente se le hace difícil hablar de aquello que perciben como un fallo o una tara sobre su persona o personalidad. Cosas que hacen al individuo sentirse fracasado, a menos o avergonzado son difíciles de airear, aun cuando se tengan confidentes. El resultado de esta actitud perfectamente humana luego se ve reflejada en actitudes hurañas, aislamiento y la sensación de que "algo no anda bien". Pero entonces, al indagar, lo más que sale es una respuesta de indiferencia o, en ocasiones, un insulto.
Lidiar con gente que no sabe expresar sus emociones es difícil. Estas personas, sin proponérselo ni mucho menos calcularlo, tienen la habilidad de hacer sentir mal al otro a un nivel que a veces resulta insospechado. La salida más fácil y obvia es dejar eso así y seguir el camino, pero eso tan solo contribuye a un círculo vicioso que se observa en la vida diaria en la cantidad de enemistades y separaciones sentimentales que por vía de las redes sociales se hacen muy públicas.
La mayoría de la gente no es capaz de discernir cuando está atrapada en su mal humor o inconformidad. Se tiende a hablarle mal a cualquiera, independientemente de que tenga que ver o no con la situación problemática, y en general todos los relacionados sufren.
La capacidad de raciocinio del ser humano ha sido históricamente pobre a la hora de lidiar con este tipo de situaciones. El instinto primario es hacia la guerra, hacia la destrucción, para luego arrepentirse la mayoría de las veces.
Muchas son las veces que caemos en esos círculos, y usualmente los afectados lo dejan pasar y aceptan las excusas presentadas, PERO... llega un momento donde no hay vuelta atrás, y es ahí donde hace perfecto sentido el refrán aquel de que tanto golpeó el agua a la roca que le hizo un hoyo.
A quien le importe esta reflexión, tómese un momento para pensar en sus relacione, en su entorno, y haga cambios. No es agradable ser testigo y víctima de este tipo de cosas.
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