¿Está llegando el mundo a su fin? Quizás. En lo que se definen las cosas, el panorama apunta a que en todas partes del mundo, sin importar raza o ideología, la gente está harta del sistema y sus abusos, harta de los políticos y harta de que le impongan cosas a la mala.
El cansancio de la humanidad se manifiesta de muchas formas, siendo una de las más viejas y contundentes las elecciones presidenciales, congresuales o como sea. La gente vota con la esperanza de un cambio, y ocurre muchas veces que inicialmente se da un cambio, solo que el mismo no persiste a través del tiempo.
Veamos un ejemplo: hace unos años la izquierda se puso de moda en América Latina. Ahora, después de algunos fracasos muy sonoros, la derecha vuelve a hacer asomo. En Europa, que por algunos 50 años lucharon por tener un frente unido, la Unión Europea se ve en peligro de fragmentarse para siempre por la sencilla razón de que no se ponen de acuerdo y están todos cansados de tener que jugar según las reglas del otro.
Imagen: Controlled Chaos (Scott Fisk, 2007) |
Hubo elecciones en la Unión Europea este fin de semana pasado. Muchos analistas predijeron que serían unas elecciones de importancia, y al parecer no se equivocaron. Con cierto shock se ha aceptado que en Alemania ganó un neo-nazi, mientras que en Reino Unido salió ganando el partido independiente y en Francia salió electa la ultra derechista Marine Le Pen. Todos ellos tienen algo en común: no quieren inmigrantes, ahora mismo un gran problema para la Unión Europea por el lado de Rumanía y sus gitanos.
La cuestión inmigratoria es vieja y es global. Nadie los quiere en su territorio, sobre todo cuando se dedican a robar, ensuciar, presionar el presupuesto y afectar negativamente los indicadores de pobreza. Esto ocurre con los gitanos en Europa, de la misma forma que ocurre con africanos que llegan a Italia y España, con latinos que llegan a Estados Unidos y con haitianos que llegan a República Dominicana. La diferencia es que esos países aplican sus leyes y derechos en materia migratoria y aquí nos vemos impedido a ello por presión internacional.
Lo otro que resulta evidente es que la gente está harta de los políticos y de quienes dirigen. En Turquía se han sublevado contra el primer ministro, a quien acusan de mentiroso y manipulador, y en España no quieren saber de los diputados, a quienes han tildado de imbéciles. Lo mismo se repite en América Latina, donde es rutinario ver comentarios despectivos sobre los congresistas y legisladores en las redes sociales. En República Dominicana los diputados no salen de los periódicos por causa del ahora infame barrilito, manejo sospechoso de fondos y las declaraciones que hacen para defender sus acciones.
¿Cambiarán las cosas algún día? Es muy difícil porque la raíz de todo ello es la propia naturaleza humana. En política siempre habrá intereses, mentiras y manipulaciones, de la misma forma que en empresas privadas se da lo mismo, pero a otro nivel. Donde quiera que hay gente detentando alguna forma de poder vienen los abusos, porque eso es simplemente un reflejo de la naturaleza humana del que está ahí.
Lo que está pasando hoy lleva miles de años pasando, y es muy difícil que de repente se pare el proceso. Lo más que puede ocurrir es una evolución, y es posible que eso sea lo que estemos viviendo ahora. Mientras tanto, con la ayuda de las redes sociales y la tecnología, el ciudadano común se está haciendo escuchar y a veces hasta se rebela contra el sistema, aunque después le salga caro.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.