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Hablar de más es dañino en más de un sentido

¿No se aguanta a la hora de expresar sus pareceres y estado de ánimo? Malas noticias: el que dice lo que quiere oye lo que no quiere. Si usted es del tipo de gente que celosamente resguarda su privacidad, entonces no le conviene hablar a boca suelta porque de inmediato surgen preguntas que probablemente no se sienta a gusto respondiendo ni a su madre o pareja siquiera. Hablar de más es un problema serio en ambientes laborales. Bien lo dice un refrán: la lengua es el castigo del cuerpo. Un comentario mal ubicado es suficiente para meter s cualquiera en problemas. Moraleja de esta breve reflexión: MODÉRESE . A no ser que quiera todo un ejército de gente preocupándose y llevándole la vida, hable poco. Se ahorrará muchas cosas.

Buscar la quinta pata donde sea y como sea

Obsesionarse es fácil. Basta con tener una idea fija en la cabeza y actuar en base a ella. Una vez se tiene una obsesión todo gira en torno a ella. Se ven situaciones donde no las hay, se crean escenarios imaginarios que al obsesivo le hacen sentido y en general todo se convierte en una  teoría de conspiración. Estar obsesionado es malo para la salud mental y tiene el potencial de arruinar relaciones con amistades y hasta familiares. Con el tiempo una persona obsesiva se convierte en alguien peligroso. Es una persona incapaz de discernir la realidad real de aquella que de manera fantasiosa se crean en su mente. Viven atentos a cada detalle con la intención de buscar la quinta pata y no escatiman esfuerzos a la hora de acusar y exponer sus fabulosas teorías, aunque después caigan por el peso de la realidad. Una persona obsesionada es capaz de herir y hasta de matar. Pierden el tacto, la racionalidad y la capacidad de pensar. No se dan cuenta de que con sus actos hieren y ...

El arte de la discreción

Una virtud que últimamente escasea es la discreción. Ahora, quizás por efecto de las redes sociales y gente famosa sin méritos que expone los más íntimos detalles de su vida de manera descarada y pública sin siquiera inmutarse, lo que menos hay es comedimiento a la hora de decir o hacer cualquier cosa. Este asunto de la discreción va más allá de compartir demasiada información con el público para incluir situaciones más mundanas y cotidianas. ¿Qué es ser discreto? Contrario a lo que pudiera pensarse, no se trata solo de mantener un bajo perfil, sino de saber manejar situaciones inteligentemente y sin involucrar a más gente de la necesaria. Discreción es lo que se necesita al ocupar ciertas posiciones que manejan informaciones y data sensible y es un activo altamente valorado en instituciones financieras e investigativas. Discreción es igualmente lo que evita que información sensible nuestra caiga en las manos equivocadas. Los beneficios derivados de la discreción son num...

Aprender las lecciones a tiempo

Todos cometemos errores, pero las reacciones varían de persona a persona. Hay quienes buscan culpables, otros asumen su responsabilidad de manera práctica y hay aquellos que sienten vergüenza y se pasan una temporada golpeándose emocionalmente. Los errores son parte de la vida y son un elemento clave de aprendizaje. Esta lógica es la razón por la que una crianza enfocada en resguardar a las crías de toda situación adversa trae más problemas que beneficios a largo plazo. El mundo dista de ser ideal y por ello se hace necesario enfrentarlo como es y no solo permitir acceso a su versión más inocente y limpia. Una vez cometido el error solo queda seguir el camino. Dependiendo de la magnitud y consecuencias del mismo será normal experimentar remordimiento, vergüenza y otras emociones que en realidad dependerán de cada cual. Aunque esta sea una respuesta natural hay que entender que de nada sirve quedarse estancado en esa etapa del proceso. Hay que seguir el camino y tomar la le...

Esa sensación de estancamiento

Evalúas tu vida y te lamentas de lo que hasta ahora has construido. Deseas que las cosas fueran distintas, pero, ¿por dónde empezar? Haces un recuento de tu entorno, tu educación, tu relación con tus padres y de repente te das cuenta de que el fallo fundamental ocurrió en esa etapa crucial que es la niñez/adolescencia, pero a estas alturas de juego no te luce culpar a nadie más que a ti. Primero porque se supone que como adulto estás en capacidad de tomar decisiones y segundo porque eso de culpar a otros nunca deja buenos resultados. Sin embargo, ahí esta eso, pesando más de la cuenta en tus actos, pensamientos y acciones. ¿Qué hacer? La respuesta es perder el miedo y estar consciente de que es un camino a veces con muchos tropezones, pero si realmente si busca un cambio, hay que emprenderlo. Quizás tome tiempo, pero hay que tener paciencia. Mientras tanto, patalear no es la respuesta.

Yo también estoy "jarta"

No sé si tenga que ver con el bombardeo político o que, pero mucha de la gente con la que tengo contacto a diario me dice de alguna forma u otra que está "jarta", así con J. Al preguntarles por qué, la respuesta es la misma: se sienten estancados, como que todo es lo mismo y necesitan un cambio aunque sea de ambiente.  Imagen: Luke Chueh, Deviant Art.   Es interesante el fenómeno porque parece ser colectivo. No solo son amistades y conocidos que se quejan. En lugares públicos la conversación parece ser la misma, extensivo a redes sociales, donde hasta las caricaturas reflejan ese estado de hartazgo que en nada ayuda a nadie. Es una sensación desagradable porque momentáneamente se siente uno como que no hay esperanza, como que efectivamente está uno estancado en una especie de infierno sin posibilidad real de escapatoria.  Algunas personas, y yo me incluyo, tienen la esperanza de que las cosas cambien a partir del 15 de mayo, el día en que culmina -al menos en...

Todo va tan a prisa...

"No tengo tiempo" parece ser el lema de la gente de este tiempo, sin importar que sean jóvenes estudiantes, adolescentes o adultos ya establecidos con familia propia y las responsabilidades de lugar.  Imagen: Deviant Art. Ultimanente los días transcurren de una forma muy monótona: te levantas, vas al trabajo, vuelves a la casa y, a dormir, si es que las obligaciones lo permiten. Fines de semana se van en diligencias y, dependiendo del caso, en cuestiones relacionadas al trabajo. Actividades como ir a la playa, viajar y hasta cuidar la salud de manera preventiva se dejan para cuando haya vacaciones, con el agravante de que algunos trabajos y circunstancias no permiten tomar ese merecido descanso. ¿A qué se debe tanta prisa? ¿Cómo es que los días, semanas y meses parecen pasarnos por encima sin siquiera darnos cuenta? Es muy duro detenerse un día y pensar en cómo en un pestañeo ya se ha ido casi la mitad del año y que por cuestiones que a veces nos son ajenas no s...