
Un gobierno apegado a las normas y leyes de un Estado moderno debe comprender que al Estado no se va a servirse, sino a ofrecer su apoyo para el buen desempeño de la gestión representada, y en América Latina, a excepción del estado libre asociado de Puerto Rico (y ni este se escapa del todo), los políticos caen frecuentemente en vicios de corrupción administrativa sin que puedan ser procesados ante los tribunales del país y recibir el peso de la ley con el merecido rigor.
Estamos compelidos a poner en practica un verdadero plan de austeridad y al mismo tiempo a desarrollar capacidades para multiplicar el esfuerzo de nuestro máximo representante por conducirnos hacia el sendero del progreso y el bienestar.
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