El Estado Dominicano es uno donde el estilo "laissez-faire" o dejar hacer es lo que está a la orden del día. Eso lo vemos a diario, en distintas instancias: cuando se permite a un extranjero hacer lo que le venga en gana, cuando nos dejamos coger los huesos por parte de grandes corporaciones locales e internacionales, cuando se permite la instalación de negocios en las aceras, y un largo etcétera.
Esta aparente desidia a veces enmascara algo mucho peor: los intereses que siempre hay de por medio. Estos intereses explican por qué al día de hoy el Gobierno -y de paso la población- está atado a unos contratos de electricidad que nadie entiende pero que perjudican a todos. Mientras los apagones y las altas facturas hacen estragos, nadie parece tener la suficiente fuerza o interés para desbaratar los susodichos contratos.
A veces pienso que la desidia es marca registrada del dominicano, pues solo así se explica que el Gobierno haga una inversión en la reparación de una escuela o en la construcción de edificios de apartamentos y que sus mismos usuarios se encarguen de acabar con todo a los pocos meses. Es el caso que se ha dado en la UASD, en varias escuelas y la mayoría de los proyectos habitacionales. ¿Es que resulta tan difícil cuidar las cosas? Esa misma gente que destruye las cosas es la que reclama al cabo de un tiempo la intervención de las autoridades.
Este comentario me lleva a la pobre imagen visual que exhiben Santo Domingo, San Pedro de Macorís, Montecristi y otras ciudades del país. Son ciudades donde los síndicos y demás autoridades hacen poco o nada por mantener el ornato, a pesar de contar con patrimonios valiosos. Tómese a Santo Domingo de ejemplo: el Boulevard de la 27 completamente abandonado, el Malecón descuidado, la Plaza de la Bandera dejada a su suerte, Gazcue vuelto una ruina, lo mismo que la Zona Colonial. En otros países, estos lugares estarían relucientes.
De las ciudades nos vamos a ríos, playas, lagunas y áreas protegidas. A la gente, presumiblemente por ignorancia y falta de educación, no le nace cuidar esos espacios. Para colmo, las autoridades fallan en poner el ejemplo.
¿Hasta dónde queremos llegar?
Vi en el blog de keseyoke, una denuncia de que están taladrandos áreas protegidas de constanza o jarabacoa y que han cuestionado al Secretario de Estado de Medio Ambiente y que nada de nada ha dicho. Da pena que cualquiera venda este pais por par de pesos... da pena.
ResponderEliminarPena, indignación y rabia. Es como si a nadie le importara nada.
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