El ser humano es una fuente permanente de contradicciones: se pasa la vida alardeando de sus dotes, pero al menor chance suele demostrar su cobardía y falta de carácter. Aspira a la riqueza y la abundancia, pero con la ley del menor esfuerzo. En relaciones interpersonales, ocurren situaciones curiosas. Quiere el amor, pero no es capaz de comportarse de manera respetuosa o valorar aquello que tiene una vez lo consigue. A nivel de relaciones es donde más salen a relucir las peores cualidades del ser humano: desconfianza, desconsideración, egoísmo y un largo etcétera Como parte del escenario planteado en el párrafo anterior, pasan cosas que, en ocasiones, resultan en una hecatombe de proporciones épicas, y es por eso que la prudencia es la mejor política Dice un viejo refrán que el que busca, encuentra, y no es cuento Es mucha la gente que, por desconfianza, curiosidad o celos, se pone a meter los ojos donde no le incumbe: cartas, chata, documentos, gavetas de uso personal y cualq
Dice un viejo refrán que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, y vaya si la pegó quien fuera que acuñara la frase. En esta época de engaños sofisticados, donde se ha convertido en una norma casi mundial el vivir del allante, con la ayuda siempre fiel de las redes sociales, es fácil perdernos en un mundo de fantasías que tan vacío como frívolo. Que la gente de esta época se deje llevar de influencers vacuos y pretenda autoengañarse al someterse a 700 cirugías y procedimientos estéticos que tan solo entierran aquello que se ha querido negar desde el principio, es un derecho que compete a cada cual. Vamos por las calles y vemos gente literalmente disfrazada, irreconocible, pero que juran que se ven bien porque algún influencer de última les lavó el cerebro y les convenció de que ese es el camino a seguir. También vemos gente tarareando canciones con letras impronunciables, ya sea porque están en otro idioma, porque no se entienden o porque son increiblemente sucias, sin dete