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Mostrando entradas de agosto, 2016

Hablar de más es dañino en más de un sentido

¿No se aguanta a la hora de expresar sus pareceres y estado de ánimo? Malas noticias: el que dice lo que quiere oye lo que no quiere. Si usted es del tipo de gente que celosamente resguarda su privacidad, entonces no le conviene hablar a boca suelta porque de inmediato surgen preguntas que probablemente no se sienta a gusto respondiendo ni a su madre o pareja siquiera. Hablar de más es un problema serio en ambientes laborales. Bien lo dice un refrán: la lengua es el castigo del cuerpo. Un comentario mal ubicado es suficiente para meter s cualquiera en problemas. Moraleja de esta breve reflexión: MODÉRESE . A no ser que quiera todo un ejército de gente preocupándose y llevándole la vida, hable poco. Se ahorrará muchas cosas.

Buscar la quinta pata donde sea y como sea

Obsesionarse es fácil. Basta con tener una idea fija en la cabeza y actuar en base a ella. Una vez se tiene una obsesión todo gira en torno a ella. Se ven situaciones donde no las hay, se crean escenarios imaginarios que al obsesivo le hacen sentido y en general todo se convierte en una  teoría de conspiración. Estar obsesionado es malo para la salud mental y tiene el potencial de arruinar relaciones con amistades y hasta familiares. Con el tiempo una persona obsesiva se convierte en alguien peligroso. Es una persona incapaz de discernir la realidad real de aquella que de manera fantasiosa se crean en su mente. Viven atentos a cada detalle con la intención de buscar la quinta pata y no escatiman esfuerzos a la hora de acusar y exponer sus fabulosas teorías, aunque después caigan por el peso de la realidad. Una persona obsesionada es capaz de herir y hasta de matar. Pierden el tacto, la racionalidad y la capacidad de pensar. No se dan cuenta de que con sus actos hieren y hace