Compañías de teléfono. Las odiamos, pero al mismo tiempo no podemos vivir sin ellas, a menos que decidamos meternos a ermitaños. No importa como se llamen, su procedencia o su filosofía, todas son lo mismo y parecen tener el don de irritar al más paciente de los clientes con sus reglas absurdas y servicio al cliente lento y deficiente.
Ir a una oficina comercial de una compañía de teléfonos es un ejercicio de paciencia que implica dedicar varias horas en turno para al final atenderse con una persona que por lo general no sabe hacer su trabajo correctamente y cuyos conocimientos respecto a los servicios ofrecidos, honorarios y demás informaciones relacionadas son incompletos o deficientes. Para colmo, como una consecuencia de esta deficiencia, tienden a ser lentos y poco eficientes.
Hasta ahora me he concentrado en servicio al cliente presencial, pero por teléfono no es que sea mucho mejor tampoco: espera larga, respuestas incompletas e incompetencia que rápidamente hace acto de presencia. ¿Y qué hay de resolver por internet? En la mayoría de los casos los websites son infuncionales y tienen información vieja y/o desfasada, aparte de que hay pocas cosas que real y efectivamente puedan resolverse por esa vía, a lo sumo consultar facturas y pagar algunas cosas.
En ocasiones, por motivos que no vienen al caso, a estas compañías les gusta poner al cliente a pasar trabajo. A pesar de que están en el sector de las telecomunicaciones no son capaces de poner la tecnología a trabajar tanto a favor de ellos como del cliente. El mejor ejemplo de este caso es cierta compañía que obliga a sus clientes a acudir físicamente a cualquier tienda o sucursal cuando se ven en la necesidad de tener una copia física de su factura del mes y la misma no está disponible en el site por situaciones técnicas.
¿No sería más fácil y eficiente mandarla por correo electrónico? Aunque la lógica dice que sí, ellos alegan que ese servicio no está disponible, lo que significa que debe gastarse gasolina, coger tapones y perder el tiempo en una fila para obtener algo que con un par de clics toma si acaso algunos minutos en resolverse vía internet.
Luego está la cuestión de planes, equipos y demás. Por lo común la selección de equipos es limitada y varía según la sucursal. Es común también que tengan muchos modelos en exhibición pero que no estén disponibles en ese preciso momento. Si bien esto es una cuestión de inventario y operaciones, irrita bastante perder el tiempo yendo a una sucursal de estas y salir con las manos vacías. Más irritante aún es cuando se llama antes de dar el viaje y resulta que dieron información incorrecta que resultó en una masiva pérdida de tiempo.
El colmo de la intransigencia es cuando estas compañías cambian sus reglas por la razón que sea y no lo informan debidamente al usuario, que va confiado en que le podrán resolver una situación y se topa con que tiene que esperar hasta la fecha de corte para poder proceder. Al preguntar por qué y señalar que en ocasiones anteriores la fecha no era obstáculo tan solo le dicen "eso no es verdad", una respuesta que pone en duda la integridad del cliente y que de paso no resuelve nada.
¿Qué hace un cliente ante estas situaciones? Normalmente la respuesta sería "cambiar de compañía", pero, como todas son iguales, no vale la pena. ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar el capricho de estas compañías?
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